Los alérgenos en alimentos procesados: garantía de fracaso empresarial

Los alérgenos en alimentos procesados: garantía de fracaso empresarial

Cuando a finales de 2014 se publicó el Reglamento de la Unión Europea 1169/2011, cuyo artículo 44 obliga a todas las colectividades y a los establecimientos que venden o sirven comidas, a informar de los alimentos preparados con alérgenos, en ese momento, las alergias e intolerancias comenzaron a tener un peso sin precedentes que ha marcado el ritmo de la industria alimentaria.

Es tan evidente que solo pueden dejar de verlo quienes miran para otro lado, obviando, por ejemplo, la demanda creciente de alimentos sin alérgenos o la trazabilidad, como si, a estas alturas, se pudieran permitir el lujo de ir contracorriente.

Esas actitudes están abocadas al fracaso, tienen garantizado el naufragio en un tejido empresarial cada vez más exigente y competitivo como es el de la industria alimentaria.

Lo que comenzó hace décadas como una serie de hechos aislados de alergias e intolerancias, ha ido en aumento hasta normalizarse y la industria alimentaria está en el centro de la diana para ofrecer respuestas seguras a los consumidores, respuestas en forma de productos que les permitan alimentarse de una forma tan ajustada a sus necesidades individuales como sana y responsable.

Los alimentos procesados son una opción alimentaria que cubre necesidades, prácticamente, en todas las dietas relevantes del panorama alimentario. No importa si se trata de dietas omnívoras, vegetarianas, ovo-lacto-vegetarianas o veganas; con o sin lactosa, sin gluten o con gluten, con o sin azúcar…etcétera.

Es difícil que alguna alternativa quede fuera.

Por ello, las empresas que ofrezcan a sus clientes materias primas sin alérgenos tendrán a su favor un factor que, actualmente, es determinante en el éxito o fracaso de un alimento procesado.

No se trata de una teoría, es pura práctica.

Molendum Ingredients, filial del grupo Dacsa, puede servir de ejemplo orientativo porque lleva años practicándola, como demuestra su extensa gama de materias primas libres de alérgenos demandada por fabricantes de alimentos procesados nacional e internacionalmente.

Y no se trata de una moda, de una tendencia pasajera, ni mucho menos.

Puede que haya algo de curiosidad por parte de consumidores que buscan mejorar su dieta y se acercan a la, cada vez más, variada oferta de alimentos con o sin gluten, azúcar o lactosa, por ejemplo, pero el verdadero papel protagonista lo tienen los consumidores y consumidoras que, realmente, precisan que sus alimentos estén libres de alérgenos.

Ya no se trata solo de cumplir la ley, lo cual no es demasiado complicado, solo hay que ceñirse a los reglamentos y artículos que se aprueben. Ahora, la exigencia va mucho más allá porque para cumplir la norma, es necesario disponer de proveedores de materias primas de primera calidad que ofrezcan todas las garantías necesarias.

El mercado demanda una alimentación libre de alérgenos, demanda productos elaborados con harinas, por ejemplo, completamente libres de gluten, harinas de garbanzo; de quinoa; de lentejas; de alubias blancas o rojas; de trigo sarraceno o de guisante; de maíz o de arroz, todas ellas libres de gluten y con una trazabilidad garantizada.

Solo a partir de materias primas que reúnan las cualidades necesarias se conseguirá elaborar alimentos que satisfagan la creciente y exigente demanda.

Solo contando con proveedores capaces de ofrecer la máxima calidad, se conseguirá formar parte de ese tejido empresarial cada vez más exigente y competitivo.

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